Origen de la Copa de Vino y Como sujetarla.

Origen de la Copa de Vino y Como sujetarla.

Alguna vez te enseñaron a como sujetar una copa de vino?  te has preguntado si la sujetas de la manera correcta? Por que sujetarla de cierta forma? Y por qué hay varias formas de copas? Todas las copas se toman de la misma manera?

Esta y más preguntas las vamos a resolver a continuación…

Historia

Algunos autores sitúan los primeros ejemplares realmente reconocibles en la época griega, otros en la época cristiana, y otros en el siglo XVI, ya sea en lo que actualmente es Italia, Grecia, Francia o España. Como fuese, la mayoría de los relatos guardan como inspiración para la creación de la copa algo en común: los pechos femeninos.

Una de las versiones más conocidas afirma que en la Edad Media, Enrique II, rey de Francia, estaba absolutamente enamorado de una mujer, la duquesa Diana de Poitiers. Y de su figura. A punto tal que le ordenó a sus sirvientes encontrar la manera para que pudiese tener en sus manos los pechos de su amante hasta cuando él estuviese comiendo. ¿Cuál fue la solución? Hicieron recostar desnuda, boca abajo, a Diana de Poitiers sobre un material moldeable (¿arcilla?) y de allí sacaron los moldes de sus pechos para crear los recipientes de porcelana en los cuales Enrique II bebería en los banquetes.

Esas especies de tazones (las primeras copas) permanecen aún hoy en distintos museos de Francia. La misma historia también se recrea con Elena de Troya y con María Antonieta, cada una en su época, claro está. Y esto explica también por qué se les llama copas a las dos partes que componen los brasieres femeninos. Así fue entonces como comenzó la evolución de la copa de vino, hasta tomar las formas y dimensiones que posee hoy en día (no tan voluptuosas como las de Enrique II).

Volviendo ya a nuestro tiempo, todas las copas, indistintamente para que vino estén recomendadas, en líneas generales deben cumplir con tres conceptos básicos y uniformes, como ser: una base o pie lo suficientemente amplia en proporción al resto de la copa para que ésta cuente con un buen punto de apoyo; un tallo (que es lo que une la base con el cáliz) de un largo acorde a la copa, para poder agarrarla desde allí sin tocar la parte que contiene el líquido transmitiéndole el calor corporal; y por último un cáliz con tendencia a formar una especie de “tulipán”, con su borde superior levemente cerrado, para retener los aromas.

La copa de vino blanco es más pequeña que la de tinto fundamentalmente por tres motivos: el primero es la temperatura, ya que al ser servidos más fríos se requiere que la misma se disipe en la menor medida posible. El segundo son los aromas frutados y florales, que siendo los mayoritarios y predominantes en el vino blanco, tienen un peso molecular menor, por lo tanto un coeficiente de partición mayor, no necesitando tanto espacio en la copa para poder olerse. El tercer motivo, es que al ser la abertura de la copa más angosta, obliga a inclinar levemente la cabeza hacia atrás, dirigiendo el líquido a la parte media de la lengua, donde están la mayoría de papilas detectoras de la acidez, principal característica de los vinos blancos.

La copa de vino tinto suele ser la de mayor envergadura (con algunas diferencias de modelo entre ellas), respondiendo a dos factores primordiales. Punto uno: permitir la oxigenación del líquido para que se volatilicen sus moléculas odorantes, puesto que en este caso encontraremos moléculas de bajo peso molecular (flores-frutos), de mediano peso (minerales-terrosos), y de alto peso (bouquet complejo), las cuales necesitan una gran superficie de contacto líquido-aire y además una gran cámara donde concentrarse. Por otra parte, esta aireación favorece que el vino se vaya “suavizando”.

¿Cómo sujetar una copa de vino?

Simplemente, sujetar una copa de vino de forma inadecuada puede alterar su temperatura, especialmente si se trata de vinos blancos, espumosos o rosados, ya que suelen tomarse a temperatura inferior que los tintos. Si varía la temperatura del vino, cambiarán sus características.Y, por tanto, modifica tanto su sabor como su aroma.

Aunque no dudamos de que en algunos casos el protocolo no es lo más práctico posible, la forma correcta de sujetar una copa de vino tiene mucho sentido y viene motivada por varios factores. Lo ideal es sujetarla por el tallo con las yemas de los dedos. Hay quien las coge con tres dedos, pero con cuatro se gana estabilidad. Por un lado, como se empeña en comentar Anthony Giglio, esa es la forma más eficiente de que nuestros 37 grados corporales no estén en contacto con el líquido. Por otro, orientado al decoro más que al disfrute, se trata de evitar que dejemos la copa llena de huellas de dedos al sujetarla, lo que ocurrirá con mucha más probabilidad si estamos en una comida.

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